Miraba y miraba los anaqueles de aquel negocio, lleno de botellitas pequeñísimas y todas iguales, con diferentes nombres de ingredientes en su pequeñísima etiqueta. Leía y releía los carteles de explicación. Mi cabeza daba vueltas y vueltas pero igual que la fe, sentí la inmensa necesidad de creer y ahí mismo, me apasioné.
