Es el último día del mes del penúltimo mes del año.
Sin duda uno de los años más retadores de mi vida.
Todo lo que conocía como zona de confort, aunque temporal, dejó de ser.
He vivido cosas que jamás imaginé, y si bien sigo luchando con mis inseguridades y mis temores, siento que el buen gusto y la alegría de vivir no me han abandonado.
Uno de los aprendizajes más ásperos en mi vida sigue siendo mi postura de soltera, y, aunque siento que tengo muchos dotes para sobrellevarlo con buen humor y osadía, es verdad que quiero pensar que ya estoy preparada de nuevo para emprender una nueva ruta en pareja, pero por su puesto no cualquier pareja, sino la mía.
No tengo en mi agenda encontrar un príncipe, ni tampoco esperar a que me encuentre. Sin embargo de todas las facetas que implica la soltería besar sapos debe ser por mucho la más abominable, pero a la vez la más divertida. Esto se adereza con el hecho de que ya tienes más de cuarenta y además eres extranjera en una ciudad donde la cultura de la diversión puede llegar a incluir conectarte con un grupo de amigos a una máquina que da choques eléctricos…
Así emprendo este viaje con relatos de buen humor, con una pizca de frustración pero con mucha esperanza.
